Antes de sumergirnos en la energía serena y sensorial de Venus en Tauro, conviene mirar unos días atrás. ¿Ha habido incomodidad en tus relaciones? ¿Dudas, desconfianza, recuerdos que regresan sin ser llamados?
Venus en Tauro: descanso para el alma
Con su entrada en Tauro, Venus nos ofrece una tregua. Aquí se mueve con pausa, con placer, con deseo de enraizar. Es el momento de reconectar con lo sencillo: una comida que reconforta, el tacto suave de una prenda, una canción que acompaña sin exigir nada.
Tauro nos enseña que disfrutar no es huir ni evadirse. A veces, el gozo más profundo se encuentra en la quietud. También nos recuerda que el cuerpo es un lugar sagrado, que el placer no es un lujo, sino un derecho, y que volver al presente a través de los sentidos es una forma honesta de quererse.
Del 5 al 14 de junio, Venus formará una cuadratura con Plutón en Acuario. Este aspecto puede agitar lo que Venus en Tauro intenta suavizar: verdades que emergen, dinámicas de poder que incomodan, apegos que oprimen.
Plutón no tolera el autoengaño. Obliga a mirar lo que se evita. Y si se atraviesa esa incomodidad con sinceridad, puede abrirse un camino hacia relaciones más maduras, más reales.
En estos días, conviene hacerse preguntas honestas:
• ¿Estoy cediendo poder o intentando controlar más de la cuenta?
• ¿Qué deseo realmente? ¿Y qué temo perder si muestro lo que siento?
Los vínculos que nacen o se fortalecen después de transitar estas capas no serán perfectos, pero sí más auténticos. Conocen la sombra, y por eso saben sostenerse en la luz.
A partir del 17, cuando los aspectos tensos comienzan a disiparse, Venus podrá desplegar su parte más amable. Es un momento propicio para reconectar con la belleza de lo cotidiano, compartir desde la calma, rodearse de personas con quienes sea fácil ser uno mismo.
Puede que no todo sea ideal, pero sí más genuino. Porque cuando bajamos el ritmo y prestamos atención a lo que de verdad importa, muchas cosas empiezan a colocarse por sí solas.
Del 29 de junio al 4 de julio, Venus se une a Urano en el último grado de Tauro. Es un punto de inflexión. Algo se remueve, algo se libera. Este encuentro puede sacudir una relación, traer claridad repentina o reafirmar una elección tomada desde la coherencia interna.
Urano siempre trae cambio. Pero no busca el caos por sí mismo, sino autenticidad. Nos empuja a vivir desde nuestros valores, no desde lo que el entorno espera.
También es un momento de inspiración para quienes crean, emprenden o buscan nuevas formas de generar abundancia. Una idea puede llegar como un destello. Y aunque descoloque, también puede iluminar un nuevo camino.